EL DOLOR DEL DESARRAIGO

MIS CONVERSACIONES CON EL RÍO

Aún puedo contemplar el horizonte perfilado de montañas cuyos pies lavas con tus aguas amarillas. Por primera vez te veo impotente y pienso que eres un río condenado a muerte por el solo delito de tu potencial; supe que le pondrán cadenas a la libertad de tu cause; que tus peces tendrán fronteras y otros venenos; que ya no podré sentarme en tu ribera a masticar historias escritas  en cada piedra que labraste.
Vine entonces a rescatar las huellas de los arrieros que quedaron guardadas en lo que fue tu fonda PESQUERÍAS porque no quiero que naufraguen.

Recogeré el dolor del arriero quien por siempre se durmió en tu lecho, atrapado en la red del desamor.
En memoria del cacique Neguerí, recogeré el ingenio de los indígenas quienes sobre tu lecho construyeron la más asombrosa obra de ingeniería: ABERUNCO tu puente de bejuco.

Tomaré de tu ribera el ansia de Gaspar de Rodas por inmortalizar su nombre con una ciudad y el coraje de los indígenas que la incendiaron por defender su territorio.

Regálame antes de tu muerte el espíritu aventurero de los colonos, quienes desde OROBAJO vencieron el caudal de tu lecho; no quiero perderlo porque es una de las primeras raíces de mí pueblo.

No te mueras aún; déjame encontrar una que otra piedra en forma de herramienta labrada por una mujer india desde hace ya cinco siglos; no sepultes para siempre los secretos que te confiaron en forma de tinajas y rituales. Sé que antes del adiós tienes mucho que enseñarme…….no me culpes……………… no lo pude impedir………. El amo que te compró te trasformará en una máquina de hacer dólares y en con el corazón cerrado de despojo vengo a contarte que ya eres ageno; una lágrima viajará contigo al escuchar tu mormullo como un lamento.

Al venir a verte, me enteré además, que me confiscaron tu horizonte; me lo dijo “prohibido pasar” que siempre estuvo pisándonos las huellas; el soldado que me impidió retener tu imagen y esa desazón de no poder romper las cadenas que le envolverán a tu cause; entonces ya no me siento en casa y como un relámpago que sorprende a una noche de tinieblas, todo lo que me liga a ti, llega a la memoria y voy sintiendo el dolor del despojo; soy un testigo mudo de cada árbol que va cayendo; a lado y lado del camino donde otrora habitaban los pescados y mineros hay un campamento; mis ojos se detienen frente a pancartas que laceran el alma, exhibiendo la descarnada imagen de un indefenso y ya desarraigado animal en extinción; en sus ojos el pánico que va sintiendo al ser despojado de su hábitat y a su lado la publicidad que vende simulacros diciendo: “ellos nos prestarán su casa, cuidémoslos”.

Una nostalgia con sabor a río represado, comienza a salir por cada poro de mi cuerpo al sentir que ya en tu cañón no comienza nuestro pueblo……….. no te resistas a creerlo; me lo dijo el inhospitalario anfitrión quien reiteradamente recuerda aquello del “no siga, es una propiedad privada”.

Continuo en silencio y persivo el sabor de la amargura al mirar tus árboles y sus nidos y sus pájaros quienes solo vivirán unas cuantas estaciones.

Hace calor; un buitre abre sus alas y rememoro la historia de un oso que recién encontraron tendido a un lado de  la carretera ya muerto.

Es que tus animales oh río, en manadas y bandadas desaparecerán o huirán hacia ecosistemas inciertos y tal vez queriendo regresar, ya no hallarán  las huellas que dejaron cuando partieron. Te miro desde lejos y mientras pienso que ya no bramarás con furor en la época de invierno, va llegando a mi mente el legado cultural que le entregaste a pescadores y mineros:

La cosecha de oro  que tus aguas mansas les obsequiaban en tiempos veraniegos; la frescura de la brisa, tu aguas mojando sus cuerpos y el metal en polvo como una estrella fugaz entre sus dedos; sus historias sobre tu espíritu dormido en cada remanso, mientras espera cada día su cuota de un muerto; la mujer de cabellera enmarañada que come peces crudos y pasto en tus riveras; la cuota de peces que le entregas a la red del pescador que te reza tus secretos; el santuario en forma de peña donde las brujas y el diablo custodian el secreto de alguno de nuestros ancestros; MARÍA DEL PARDO por todo tu cañón construyendo pueblos también desaparecerá en la maraña del tiempo lo mismo que las historias de duendes, amores y desamores de los que fuiste testigo en cada jornada de los arrieros y las travesuras de las brujas rodando en forma de esferas de juego sobre el caudal de tu lecho o atravesando tu cause en cocas de huevo.

Habitantes rivereños, pescadores y mineros con su equipaje de desarraigo fatigándoles el alma viajarán en un desplazamiento legal hacia una cultura de nadie y sus imaginarios y su culto al río quizá flotarán en el fango del olvido junto al primer pez muerto.

Me pregunto cómo te veremos cuando ya hallas muerto.

No estarán tus aves acompañándonos en el duelo; resignados asistiremos al funeral que nos prepara la nueva conquista vestidos con trajes de desarraigo, mientras los buitres que ni siquiera te conocieron, se disputan la carroña de energía que arrancarán de tus aguas muertas.

Como puedes ver oh río el asunto es más complejo: no eres tan solo una corriente de agua que perdemos; estas ligado a la vida de cada pescador, cada minero, cada habitante rivereño y cada Ituanguino que siente cómo su corazón salta de gozo al verte de nuevo, 
¿Con qué dinero se paga la energía que va perdiendo el alma cuando la invade la peste del desarraigo?       

Teresita Jaramillo Zapata 
Docente de Ituango

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