Desde la llegada del foráneo
con sus mensajes de prohibido y privado
ya no me siento en casa.
Con cada árbol que cae,
con cada pájaro sin nido,
con cada pez que ahogan,
con las montañas heridas,
con el aire irrespirable,
con cada mujer violada,
con cada niño sin padre
y con el pueblo humillado,
siento el dolor del despojo,
una rabia que no cesa,
una angustia que no para.
Brama oh rio,
brama como en el más duro invierno.
Ruge, rompe
aunque las balas no paren,
lucha conmigo
y destruyamos juntos a los buitres que te acechan.
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